jueves, 22 de marzo de 2012

Una cita con el deber.

Las 7.30h de la mañana.
Antes de que sonara el despertador ya tenía los ojos abiertos, no he descansado mucho, demasiadas vueltas en la cama intentando conciliar el sueño. La sensación de vacío en el estómago y la falta de apetito mezclada con la rabia contenida de días atrás hace el resto.
Trato de llevarme algo a la boca, el día va a ser largo y duro y necesito coger fuerzas.
- ¿Llevo todo?. Llaves, móvil, mochila, cartera...creo que sí.
Tengo más de 100 “amigos” en las redes sociales, pero hoy sólo me acompañan cinco amigos entre currelas, parados y un jubilado, mi padre. Me lo debo a mí mismo, a mi causa, a él y a todos los que fueron como él.

En las calles, cruzándonos con la gente al caminar, me llegan sentimientos encontrados mientras les observo: indignación y rabia que se mezclan con la pasividad y la resignación de sus rostros.
El sitio elegido para el evento es amplio, una plaza pública bien conocida por todos, hay bastante gente pero no la suficiente, será cuestión de prioridades de cada uno.
El enemigo, aun menor en número, es fuerte e inteligente y ha hecho bien su trabajo, el “divide y vencerás” hace que estando todos en el mismo barco rememos en direcciones contrarias.
Nos vamos acercando poco a poco a la muchedumbre al tiempo que nos cruzamos en el camino con la resignación, la sorpresa, el no saber, la indiferencia expresadas en la cara de personas que evitan el acto. Los que reposan en las terrazas de bares cercanos parecen esperar el comienzo del espectáculo cual público en el teatro mientras dan vueltas al café.
- ¿Por qué no se unen a nosotros? ¿A qué espera la gente para levantarse y decir “basta”? – me pregunto.

Se empiezan a escuchar proclamas y voces espontáneas, ruido de silbatos y bocinas, pancartas de ciudadanos anónimos sobrevuelan nuestras cabezas entremezcladas con las de los sindicatos y otras asociaciones, una marea multicolor que colorea el contexto; son la voz de aquel que quiere dejarse oír en éste día, la papeleta que entregamos cada cuatro años ya no sirve.
Ahora es el pueblo (parte de él, desgraciadamente) el que habla y el que quiere ser escuchado, ahora se expresa contra aquel que le ataca manifestando su malestar ante ellos y ante su guardia pretoriana que no vacila en su conciencia ni en su deber, aún siendo también parte de la “tripulación”.

Miro a mi padre, impasible, el paso del tiempo se refleja en las arrugas de su cara mientras su inseparable bastón le ayuda a mantenerse erguido. No dice nada, por un momento me mira a los ojos poniendo su mano en mi hombro y deja entrever una ligera sonrisa de complicidad, sobran las palabras, se lo que está pensando.
Nadie dijo que fuera fácil, una batalla más de una lucha que empezó hace años, pero no podemos ni debemos traicionar nuestra conciencia ni bajar los brazos.
Lucharemos por nosotros, por los que lucharon ya y por los que no están en la plaza, por el presente y por el futuro, para poder mirar a la cara a nuestros hijos y poder decir: “yo estuve allí”. Por lo menos lo intentaremos.

martes, 20 de marzo de 2012

Más que un club.

Cansado de ver en bares y estadios a aficionad@s con banderas y camisetas de equipos dirigidos por pseudopresidentes de clubes independentistas e hipócritas, uno se para un instante y reflexiona a cerca de ello.
¿Cómo tengo que llamar a aquel que aplaude al jugador que defiende una camiseta de un club dirigido por gente que lo usa para fines políticos, en éste caso para hacer fuerte la causa independentista?
¿Cómo tengo que calificar el hecho de que compren su merchandising haciéndolos con ello más fuertes económicamente hablando?
Una sóla palabra me viene a la mente: traidor.

Muchos de éstos aficionados, catalanes y no catalanes, que se declaran españoles (orgullosos de serlo) se defienden de tales acusaciones diciendo que “sólo ven el fútbol, que no les interesa la política y no es lugar para mezclarse, que son seguidores de ese equipo por lo bien que juega”. Tal vez no vean como yo en estadios como el Nou Camp banderas independentistas, nunca banderas nacionales ni en competiciones europeas ni nacionales.
Eso deberían decírselo, por ej, a su Presidente J. Laporta cuando se fue de gira por EE.UU. y manifestaba que es un club que “no es de España sino de Cataluña”.
Eso deberían decírselo, por ej, a su entrenador (J. Guardiola) cuando en sucesivas entrevistas y ruedas de prensa habla de Cataluña como país.
Eso deberían decírselo, por ej, a su Presidente S. Rosell cuando da la bienvenida al entrenador del Madrid “a su país”.
De paso deberían informarse para dejar de ser manipulados por gente de éste tipo que miente cambiando la historia para justificar unos fines interesados; que revisen los “reyes” catalanes, la Corona Catalano-Aragonesa que dicen que existió, su bandera, la opresión del estado español desde la antigüedad, y la geografía a la hora de colocar los Pirineos dentro de “su país”, por ej.

Ser español en lo deportivo es más que aplaudir y defender a la selección nacional, y no sirve de nada si después se hace lo mismo con éste tipo de organizaciones llamadas clubs, se va contra la lógica. No sirven argumentos como el buen fútbol que hacen, la filosofía que imparten o lo guapos que son. Cuando dejen de jugar bien ó de ganar títulos, ¿dejarán de apoyarlos?.
No puedo sentirme español y votar en unas elecciones a ERC, un partido independentista, por mucho que hablen bien sus diputados, lo bien vestidos que vayan o lo guapos que sean. Hay que ver más allá, señoras y señores, que aunque a uno no le interesen éstos temas se ve inmersos en ellos.
Desgraciadamente en éste, todavía, país llamado España se mezcla por parte de más de uno cosas que no deberían hacerse, aunque afortunadamente no pasa en todos los clubs. En el Real Madrid, por ej, hay un fondo Sur con algunas banderas xenófobas ó preconstitucionales (en más de una ocasión se mandaron retirar), un pequeño grupo que no representa al resto del Santiago Bernabeu; un estadio donde se mezclan banderas blancas y nacionales, donde los jugadores celebran los títulos nacionales e internacionales con la bandera del club, con la bandera nacional ó con la de su comunidad autónoma, NUNCA banderas ni proclamas independentistas, no como ocurre en otros clubes.

El colmo de la sinrazón políticodeportiva es ver a esos jugadores que llevan la camiseta de un club independentista ponerse luego “la roja” para defender a España en competiciones internacionales. Curioso como se fomenta ese adjetivo frente al término “nacional”, ¿será porque ofende a más de uno?.
“La roja” es La Pasionaria, la Pilar Bardem ó la Pajín, por poner algunos ejemplos, lo otro es la elástica nacional española, le joda o no a más de uno, por ahora.
Para ello también me viene otra palabra a la mente: mercenarios.
Es también aquel jugador un traidor, un buscavidas si ni siquiera es catalán pero ficha por un club de tal calibre y defiende con sus goles y ayudando a sus triunfos su ideología, o incluso siendo de otro país.

¿Por qué no se coge el toro por los cuernos de una vez? ¿Por qué tenemos que aguantar, por ej, que en una final de la Copa del Rey entre F.C. Barcelona y el Athletic de Bilbao hace unos pocos años se silbe antes del comienzo del partido contra el himno y se insulte al Rey? ¿Se puede ser más hipócrita al jugar una competición que no reconocen en esas circunstancias?. Claro, no es lo mismo jugar la liga y copa española que la catalana, no da los mismos ingresos.

Si hubiera en ésta país un politicucho con un par de cojones (hablando mal ya) no hubieran cortado ese día la transmisión para escurrir el bulto, hubieran llamado al orden a los Presidentes de ambos Clubs y hubiera rodado alguna cabeza más que otra en vez de mirar para otro lado, hipócritas todos. Pero claro, eso sería extremista, radical y fascista. Así nos va.

lunes, 5 de marzo de 2012

Alienación de conciencia.

No encuentro mi espacio en ésta sociedad actual en la que parecemos movernos hacia atrás impulsados por las decisiones de unos pocos que aprovechan la desinformación de la gente, el pasotismo, el miedo y la resignación.

La escala de valores se pervierte y se transforma, los oficios no se reconocen como se hacía antaño y el poder tiende a aumentar el reconocimiento de "profesionales" que actúan como dormidera en la conciencia humana. Así pues, actores, deportistas y artistas de todo tipo incluída la calaña de prensa rosa entre otros, distraen a la plebe sirviendo de cortina de humo ante la verdadera realidad y ante aspectos mucho más importantes de la vida. Curioso analizar como todos éstos bufones millonarios son los que acaparan el interés de los medios de manipulación masiva (prensa, radio y tv más importantes) frente a personas que con su trabajo y dedicación (investigadores, médicos, ingenieros...) tratan de hacer nuestra vida, la mundana y terrenal, más cómoda.

El político que se deja corromper por la erótica del poder; el periodista que no narra lo que ve, sino lo que debe contar por interés; el médico que receta medicamentos para conseguir regalos; el policía que reprime al trabajador por defender sus derechos (e incluso a veces también los de su agresor); el juez que no dicta justicia; el ladrón de poca monta que entra y sale de la cárcel una y otra vez; el ladrón profesional que roba millones y no acaba en ella; la empresa que pierde la ética profesional y cuenta el "vale todo" con tal de cuadrar los resultados; el sentido patriota en lo deportivo y no en lo laboral ni social; el hijo que golpea y maltrata a sus padres; los padres que abandonan en residencias a los suyos porque son un estorbo; el anciano que muere en casa como un perro en soledad; perros que remueven más la conciencia de la gente que la condición humana; residencias que tratan a los mayores sin dignidad; presos que viven en cárceles como en hoteles; ejemplos de una sociedad enferma.

"El trabajador vivía por encima de sus posibilidades", "se debe revisar el estado del bienestar", "el trabajador debe asumir que no se puede trabajar en la misma empresa tantos años y que el sistema exige movilidad geográfica"; frases usadas recientemente por los dueños del mundo en el actual periodo de crisis, "The new world order" (el nuevo orden mundial, o neoliberalismo), para justificar el declive de la clase media y su pronta desaparición. Lo triste es observar como hay gente que se lo cree y lo da por bueno.

Algunos llaman progresismo al hecho de avanzar la sociedad, yo lo llamo decadencia cuando avanza liderada por la hipocresía, la estupidez y la sin razón hacia lo absurdo. Lo que antes era bueno y normal se convierte ahora en malo y arcaico, tachado de conservador con la idea de caracterizarlo como algo retrógrado y anticuado.
En éste país llamado España poco a poco podemos ver cómo nos comportamos como energúmenos dando un puñetazo en la mesa con temas irrelevantes mientras miramos hacia otro lado en lo que nos afecta directamente; somos capaces de enfrentarnos a la policía si un equipo de fútbol no gana un título pero nos quedamos en casa si hay que defender lo nuestro (cada vez nos parecemos más a países como Argentina ó Brasil, donde el plato no se llena de comida sin importarnos lo más mínimo, pero nos basta el corazón para que nos lo hinchen de emociones). Sin embargo éste forofismo del deporte lo vemos reflejado en la política al observar cómo personas afines a un partido pólítico siguen confiando en él aún cuando el mismo actúa en perjuicio del mismo.
En la concentración por la repulsa contra la sentencia condenatoria en el caso Marta del Castillo
(a fecha de hoy sin aparecer el cuerpo y sólamente un implicado) en Zaragoza se dieron cita en enero de éste año cerca de 500 personas, quedando reducido el número a poco más de 50 una hora más tarde. Sin embargo, en la misma ciudad se produjo el mismo mes una concentración contra la gestión del propietario del club de fútbol del Real Zaragoza a la que acudieron unas 10.000 personas.

No podemos avanzar si cada uno tira de un lado, si la empresa deja de lado la ética profesional y mira sólo por sí misma pisando al trabajador, si el político es un charlatán que se vende al mejor postor, si la democracia no significa gobernar para la mayoría sino para una minoría, si los partidos no ganan elecciones sino que las pierde el que estaba en el poder, si los sindicatos no muerden la mano del que les da de comer, si la cultura del esfuerzo no se aplica en las escuelas, si no hay sentimiento de nación donde se ve como algo normal lo nacionalista frente a aquello que defiende la unidad tildándolo de fascista, si el delincuente tiene cada día más derechos que la persona de bien, si seguimos siendo un pueblo donde prima el cotilleo de la tele basura, si el hijo denuncia a sus padres por sus reprimendas, si para beneficiar a colectivos perjudicas a otros, si dejamos de lado y en el olvido a nuestros mayores, si cada día perdemos derechos y no hacemos nada por defenderlos, si nos importa solamente lo que ocurre de nuestra puerta para dentro.

Algo funciona mal cuando al hacer una encuesta a la población sobre el personaje más influyente del mundo aparece en primer lugar el nombre de Homer Simpson. El cambio empieza por uno mismo aunque uno piense que es muy pequeño, pero el "efecto mariposa" tiene un gran poder.