viernes, 5 de junio de 2009

Dime de qué presumes...

Me han sorprendido recientemente las declaraciones del Presidente de los EE.UU., el Sr. Obama, en la Universidad de El Cairo frente a millones de musulmanes, hablando de la tolerancia de los pueblos en alusión a el problema palestino-israelí. El día 4 de junio ponía de ejemplo de convivencia a Córdoba y la Andalucía musulmana, Al Andalus, en la edad media.
Quizás alguien deba asesorarle un poco más, y explicarle que España fue invadida por los musulmanes (moros ó infieles, según se mire...), que no vinieron en son de paz, que no vinieron para saludar y marcharse, que una vez que conquistaron la península y mataron a nuestros ancestros estuvieron muchos años aquí.
Nunca hay convivencia si un pueblo ocupa otro ya que eso es una ocupación ilícita, y hablamos entonces de opresión y cese de libertades, sino que les pregunten a los vietnamitas supervivientes de la guerra que mantuvieron con EE.UU., o a los ciudadanos de Irak, Afganistán, a ver qué piensan de esto de la "convivencia" una vez que un ejército ocupa sus tierras.
Hace tiempo que se le ve el plumero a los norteamericanos en el conflicto palestino, excusando a Israel de toda culpa: sólo hay que mirar cuántos judíos habitan en EE.UU. y, lo que es más importante, cuántos tienen cargos de responsabilidad en el gobierno (el actual y los anteriores).

Desde que el hombre es hombre ha ansiado el poder, el dinero y la ambición. La forma de conseguirlo: una lenta, a través del trabajo, el esfuerzo y el sacrificio de una nación; la forma más rápida, a través de la guerra. "Quiero lo que tú tienes, y la forma más rápida de conseguirlo es quitándotelo y, si encima eres malvado, quedo como un héroe del bien".
Por motivos religiosos, intereses geográficos, económicos, políticos...cualquier excusa es buena para hacer caja (perdón, quise decir "guerra"). Y es que ahora más que nunca la guerra es un negocio: invado un país, lo arraso, se rinde ante mí, lo hago a mi imagen y semejanza (democrático, por supuesto), y lo reconstruyo mediante empresas propias mías, evidentemente.
¿Qué saco de todo esto?: mi ejército realiza prácticas en tierra ajena, pone en práctica sus técnicas y armas, con lo que se genera empleo en el sector armamentístico, y a la hora de reconstruir el país, genero empleo en el sector inmobiliario, de bienes de equipo, etc...negocio redondo.
Es el nuevo colonialismo cívico: invadir un país quedando bien a los ojos del resto del mundo. Antes el país A le declaraba la guerra al B y punto, sin enmascararlo, exponiendo claramente las intenciones que le llevaban a tal empresa.

Eso sí, hay que elegir bien el objetivo: no debe ser un país capaz de plantar cara militarmente ni miembro aliado, a ser posible del 3er mundo ó en vías de desarrollo, y mejor si practica una religión ajena a la mía. Después bastará cualquier excusa para declarar la guerra: expansión del comunismo, nido de integristas islámicos, desarrollo nuclear ilícito, armas de destrucción masiva...
Sino, siempre puede uno sacrificar parte de sí mismo, como Hitler al incendiar su Parlamento y culpar a los judíos, ó EE.UU. en el ataque de Pearl Harbour por parte de los japoneses en el sentido de no hacer nada para evitarlo sabiendo los planes del mismo.

Puestos a jugar a la guerra, uno prefiere un enemigo pequeño incapaz de responder de la misma forma: ¿por qué no invade EE.UU. a Irán, Corea del Norte, China, Rusia...? Tal vez sea porque tienen capacidad de respuesta...¿Por qué elige Irak y Afganistán? ¿Por qué el resto del mundo no puede tener armas atómicas y ellos sí? Muy listos, puestos a darte de tortas, mejor con un gatito que con un tigre, ¿no?
Y todo ello con el consentimiento de Naciones Unidas, OTAN, UE y demás organismos y organizaciones creadas al respecto.
Como dice la publicidad de una conocida tienda: "yo no soy tonto".